Como argentinos ya de por sí nos gusta ser diferentes y que se nos marque en el mundo como gente única por sus particularidades. Nos gusta decir que somos el famoso crisol de razas, cuando muchos países del globo lo son y más que nosotros; nos vanagloriamos de los reconocimientos que alcanza el tango, aunque ninguno de nosotros –y me incluyo– podría cantar entero ni siquiera alguno de los más famosos, como Uno; y hasta en el afán de ser los mejores, Maradona sí o sí es más grande que Pelé (por otra parte, un hecho indiscutible).


Con el mate pasa algo similar, y nos hemos querido apropiar de algo que, si bien es nuestro, no es sólo nuestro. En Paraguay se toma mate, como también lo hacen los gaúchos en el sur de Brasil. El porcentaje de la población uruguaya que toma mate será sin lugar a dudas mayor que el de argentinos que lo hacen, al punto que el termo parece ser un tumor benigno que tienen los orientales bajo la axila. Se ha llegado a ver gente tomando mate hasta en Chile, Bolivia y Perú. No importa. No estoy escribiendo para cuestionar nada de esto, sino que simplemente quiero informarte un poco más sobre esta infusión que de seguro alguna vez tomaste, y te sirvió para escuchar a tu vieja, a tu viejo, a tu abuela, para matizar horas de estudio, para compartir largas charlas con tus amigos o hasta de excusa para llevar a una chica al parque.
Origen
La palabra mate deriva de mati, término de origen quechua y que significa vaso o recipie
nte. Nace en la calabaza que, ya seca, se usa justamente para contener líquidos. Originariamente se la llamó Yerba del Paraguay, ya que se encontraba entre las selvas de los territorios actuales de Paraguay, Misiones y Corrientes (provincias argentinas las últimas dos). Pese a que no hay registros acerca de la fecha en que comenzó a beberse el mate, se sabe que existía desde la época precolonial, ya que fueron justamente los españoles los que extendieron su consumo hasta llegar a Perú o incluso Colombia.

Curación del mate
De acuerdo al tipo de mate que tengas, es probable que debas curarlo. Los mates pueden ser de calabaza, de madera, de metal, de vidrio, de plástico y hasta de partes del animal, como el cuerno (guampa) o la pezuña. Estos últimos me parecen de muy mal gusto. Los de material sintético ni califican, y eso nos deja con los que se curan: los de calabaza y madera.
Antes que nada dejo aclarado que hay que terminar con el extremismo de decir que el mate se toma amargo. Hay amargos, dulces, fríos, con naranja, etc., y son todos mates, punto. Básicamente, si vas a tomar mates amargos: lavás bien el interior del mate con agua caliente, lo llenás de yerba (algunos aconsejan yerba ya usada) y lo llenas con agua caliente. Lo dejás reposar toda la noche y al día siguiente quitás esa yerba y, sin lavarlo, repetís la operación. Al tercer día ya estará listo para usarse. Para los mates dulces: lavás el mate con agua caliente, le echás dos cuacharadas de azúcar, lo sacudís para que se impregne en las paredes del mate, y tirás dentro dos bracitas. Cubrís el mate y lo sacudís por dos minutos hasta que las bracitas se apaguen. Luego lo lavás y lo llenás de yerba. La humedecés y lo dejás reposar toda la noche. Al día siguiente, estará listo.
Cebando el mate

Cualidades del mate
Dejando mitos de lado, lo que está científicamente probado es su caracter diurético y antioxidante. Reduce el colesterol malo y aumenta el bueno. Además, es un buen antidepresivo y, al contener cafeína, favorece la atención.
¿Qué tul? ¡Tomá mate! Y nunca dés las gracias al que te ceba, que sólo se agradece para indicar que no se quiere tomar más.
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