NO SOY PARANOICO, SOY PERSPICAZ

lunes, 26 de enero de 2009

Catalunya Somnolienta - Capítulo III

Te mentiría si te dijera que ese sueño me mostró disconforme en algún momento de mi estadía en España. La verdad es que disfruté en él todo lo que siempre pensé que sería cuando estuviera en Europa: los edificios de época romana, los de época medieval, los modernísimos, los museos mundialmente conocidos, pero por sobre todas las cosas, la gente. Gente atenta, educada y con buena onda en cualquier rincón que visitara. Ya sea que tratara con holandeses en el trabajo, o con catalanes a la hora de ir a comprar algo, o mexicanos mientras visitaba alguna ciudad (porque no sólo fui a trabajar), toda esa gente tenía muy buena onda, era simpática por naturaleza. Eslovacos, italianos, alemanes, mexicanos, brasileños, ingleses, rusos. Vi gente de todas partes del planeta, y en todas noté la misma predisposición a escuchar en mí una historia diferente. Eso es algo que me hizo sentir muy bien, acostumbrado como estoy a ser un punto más en la ciudad de Rosario, sin nadie a quien le importe escuchar lo que estoy diciendo.
–Aha... –dijo Ale mientras hacía zapping. Pensaba en si llamar al Fabri o no. El Fabri era Fabrizio, el amigo de ambos que completaba esta trilogía de tipos sin mucha idea sobre qué hacer en esta vida. Sí, tendría que llamarlo -pensó para sí mismo.
Pero si todo el mundo era simpático, si todo el mundo quería escucharte, si todo el mundo veía que vos eras alguien, bueno, qué queda entonces para las chicas españolas. No sé qué les pasa a esas chicas, apenas notan que sos argentino, sos el centro de la conversación para ellas. Bueno claro, después te lo tendrás que ganar, que tampoco es soplar y hacer botellas. Les gusta cómo hablamos –pese a que hablamos como el culo–, les gusta que somos muy entradores –pese a que yo por ejemplo soy menos entrador que nadie–, les gusta que somos simpáticos y la chispa que tenemos. Siempre me dijeron esto todos los que viajaron a España, pero en mi sueño, todo aparece exagerado. Bastaba que hablara con una chica para que apenas se diera cuenta me dijera: “¿eres argentino? Me encantan los argentinos”. No es que hablaba con una chica y terminábamos en la cama, pero me encantaba hablarle y que ella no estuviera pensando cuánto tiempo faltaría para que ese pesado desapareciera de su vida (o sea, como me pasa acá). Así, vos les decís “acá”, “vos”, “viste” y ellas ya te dan una sonrisa. Se exagera cuando decís “boludo”, o cuando decís “cashe” en vez de “calle”. No sé, es como que no la entienden. Igual las comprendo, porque nosotros las escuchamos decir “lavabo” o “braguitas” y nos ponemos locos.
-Sí, voy a llamarlo al Fabri. -se dijo el Negro.
Y acá comienzan entonces las rarezas. En pleno verano español, y mientras yo me estaba haciendo la comida en la cocina del camping, cae Nerea, la chica de recepción, con dos amigas. Yo mostrando mi peor faceta, porque estaba con el pantalón de Newell’s y una remera haciendo ilusión a una fecha histórica rojinegra, de cuando salimos campeón en cancha de nuestro mayor rival. Es decir, nada atractivo al ojo femenino. Es que sabés qué es lo que pienso: quiero mostrarle al mundo lo que siento, aún cuando ya sé –porque ya te lo he dicho– que estoy mal vestido cuando uso esas cosas. Me importa más que conozcan ese fanatismo mío. La cuestión es que llegan sus amigas y Nerea las presenta: Neus y Laia. Eran lindas chicas, y esta Laia, cuando me oye presentarme, tira la frase que te dije: “¿eres argentino? Me encantan los argentinos”. La miré de arriba abajo. Era una morocha petisita, con una linda sonrisa. Ya está, esa es toda la descripción, pero sabés que una buena sonrisa, una mina simpática, me compra. Nos quedamos hablando toda la noche, y quedamos en vernos al día siguiente, que yo tenía la tarde libre, para ir a la playa. Lo que siguió fue muy interesante: me llevó a una playa nudista, aunque ninguno de los dos se sacó nada. Estuvimos hablando media hora y cuando caía el sol me dijo que tenía dolor de espalda, que si le podía hacer un masaje.
Bastó pronunciar la palabra “masaje” para que el Negro parara la oreja y pusiera atención a lo que Gonzalo le contaba. No se puede explicar qué sienten los hombres cuando una chica desconocida les pide un masaje. Y menos aún cuando se los da. Las mujeres también sienten algo similar, sólo que cuando el chico les gusta. Los chicos siempre sienten lo mismo, con cualquiera que se ofrezca…
Su puso boca abajo y empecé a masajear su espalda, mientras se desabrochaba el corpiño para que no molestara. Después de un tiempo, pasé a las piernas, primero los muslos y luego la cara interna, acercándome demasiado a la imprudencia. Igual, parece que fue prudente, porque me dijo que ya que estábamos en una playa nudista, no habría problemas en quitarse todo. Y sí: se quitó todo. Continué como pude con lo mío, sin quitar un segundo la vista de encima de su cola. Y el único momento en que lo hice fue cuando separó sus piernas para que la masajeara mejor. El paisaje era ideal. Pude ver y sentir su excitación, y cuando no me quedaba otra que acercarme a aquel bosque que llamaba la atención entre tanta arena, me dijo: “Espera, ahora te hago yo a ti”.
–¡Ah, bueno! –gritó Ale que ya caminaba por toda la habitación, y por supuesto ya había olvidado de momento la idea de llamar a Fabrizio.
Me tumbó boca abajo e imitó mis movimientos. Cuando llegó a la última prenda que me quedaba, me la quitó, y supongo que ella también me habrá encontrado excitado. Continuó su faena, hasta que me hizo dar vuelta e hicimos lo que era evidente que había que hacer.
–¿Y así me lo contás? ¿Ya está, terminó todo? –se enojó el Negro.
–Eh… sí, es que no era importante. Ese fue un momento único e inigualable, pero fue sólo ese momento. Después me vino con que tenía novio y que no sabía qué hacer. Sabés que pienso de eso, que tengo un imán para las chicas con las que no voy a poder estar, tengo atracción para las que no son ni serán para mí, para las que nunca tendré. Bueno, ya me conocés, así que sabrás que me ortivé y la mandé a la mierda, quizás más enojado con el destino que con ella. Era buena mina, pero no me llenó. Esa chica no apareció nunca más en el sueño. ¿Viste que hay veces que parece que uno dominara el sueño? ¿Que fuera una película y uno fuera el director? Bueno, éste fue uno de esos momentos, y me parece que hice limpieza de elenco. Para serte sincero, apareció una vez más, pero para cuando lo hizo, yo tenía la cabeza en otra cosa, en alguien que opacó el resto de las personas que conocí, y casi el resto del viaje mismo.
-Yo lo voy a llamar al Fabri. -dijo Ale meneando la cabeza.

domingo, 25 de enero de 2009

Feliz cumple!!

Un día como hoy, 25 de enero, nace un tipo muy especial para mí. Lo de muy especial no sé muy bien por qué lo escribí, ya que él no mueve un pelo para serlo, pero la vida planteó las cosas de manera tal que para mí el tipo lo sea. Especial no es ni bueno ni malo tampoco, es especial; es decir, en mi vida el se destaca por sobre mucha gente, existe.
Este tipo no es tampoco como que me caiga gran cosa, pero bueno, alguna estima le tengo. Es justo decir que igual tengo más aprecio por la gente que lo rodea -su familia, sus amigos- que por él mismo. Es que en realidad él no tiene mucho para hacerse querer: es bastante egoísta, no en el sentido material, sino que es ese típico idiota al que le pedís un favor y empieza a mirar para otro lado. A veces hasta silba y todo. Además, basta que le toques los cojones (expresión ibérica) un poquito para que reaccione como si fuera el fin del mundo. Y te grita, se enoja, se raya; en fin, un histérico.
Su ambiente más cercano, en cambio, lo primero que tiene para que se le destaque es justamente la paciencia, para tolerar todos estos arranques que tiene, no sólo su ira, sino fundamentalmente su no comprensión de que una amistad es un ida y vuelta; uno no te ayuda esperando algo a cambio, pero ya que estamos, si te toca esta vez a vos, algo podés hacer ¿no? Pero bueno, yo muchas veces le he destacado estos defectos de su personalidad, le digo que no merece a su familia, que no merece a sus amigos. "Mirá que esa gente vale la pena, eh. Algún día se van a hinchar las pelotas y te van a mandar a la mierda" -le digo. Él se hace el boludo y mira para otro lado. A veces hasta me silba.
En fin, que vaya un feliz cumpleaños para ti, a ver si cambias un poquito –aunque es difícil ya con treinta y un eneros a cuesta-. Aprovecho para saludarlos también justamente a toda esta gentuza que le aguanta su galpón lleno de errores, y permanece estoicamente junto a él, aún sabiendo que los volverá a decepcionar. Gracias por bancarlo como es. Gracias si se acordaron de llamarlo para saludarlo en su día, y si no lo hicieron no importa, que tampoco se lo merece. Yo mismo no lo pienso saludar. Es que si llego a hacerlo me va a decir que estoy loco o algo así, lo conozco. Sólo una cosa a su favor: si es tan salame como lo pinto, ¿por qué tiene gente tan buena a su lado? ¿Qué le ven? Es que entonces debe tener su lado amable, o su lado cortés, su lado sentimental, o de buen amigo… Yo todavía no se lo vi.

lunes, 19 de enero de 2009

Catalunya Somnolienta - Capítulo II

Al despertar, desayunaron con unos mates y unas medialunas que había ido a comprar Vero, la novia de Ale. El Turco se comió como seis, pero Gonzalo comió ocho (que él también es de buen comer). Cuando Verónica dejó el departamento rumbo a la casa de sus viejos, aprovechó para seguir con su relato.
Llego al aeropuerto del Prat de Llobregat sin saber muy bien dónde estoy. Sólo sé que así se llama el aeropuerto de Barcelona, pero ruego a Dios que alguien de la empresa me esté esperando, porque sé que es una ciudad muy grande, y no tendría idea de para dónde salir disparando. Por suerte llega Alfredo, un chofer de Socorrisme Català –la empresa en cuestión– buscando a todos sus argentinitos que vinieron a hacerse unos mangos a España. Él también es argentino, pero está radicado en Tarragona hace más de seis años.
Rápidamente van dejando a cada guardavidas (socorrista desde que pisé suelo español) en su lugar de trabajo. A mí me llevan a Platja d’Aro; jamás oí hablar de ese lugar. Claro, yo sólo sé de geografía gracias al fútbol, es decir; sé que Manchester es una ciudad inglesa por el Manchester United, o que Kiev queda en Ucrania por el Dynamo de Kiev, y así hasta el infinito, pero jamás escuché nombrar un equipo que sea de Platja d’Aro.
Sobre la medianoche me depositan en el que será mi lugar de trabajo por los próximos tres meses: Camping Vall Bravo. Jamás estuve en un camping en Argentina, y nunca me gustó tampoco la vida de campo, pero le tengo una fe ciega a que todo va a salir bien. Esta gente me da alojamiento, que me va a servir para no gastar en alquiler y así poder ahorrar más guita. La vivienda de los empleados es una casita que no es más que un pasillo con varias habitaciones. Por suerte tengo una para mí solo. Digo por suerte porque ya sabés que no me gusta mucho abrirme demasiado con la gente, sólo lo justo y necesario. Al lado mío duermen juntos un catalán, que es otro socorrista, Carles, y un holandés, Martin, que trabaja en recepción. Frente a ellos vive una pareja de chilenos (el tipo labura en seguridad). La habitación siguiente es de una chica catalana muy linda, Nerea. También es de recepción, como el que duerme en la última pieza, Francesc, al que todos llaman Cesc. Cesc comparte la suya con el otro socorrista, un franchute de poco hablar, llamado Pierre. En el poco tiempo que pasé desde que llegué hasta que terminé de ubicar mis cosas, estuve conversando con todos ellos, mientras se emborrachaban en la terracita, aprestándose a salir de joda. Parecen todos muy buena gente, y yo ya estoy disfrutando. Es que, parecerá una boludez, pero nunca había hablado con un holandés, o con un francés. Bueno, probablemente tampoco con un catalán, pero hay tantos españoles en Argentina que quizás lo haya hecho sin darme cuenta. Igualmente, ya le estoy haciendo idea a los catalanes, porque todos hablan al lado mío en catalán; o sea, ya entendí, te gusta la independencia pero, ¿no podés hablar el castellano, que lo dominás bien? Parece que lo hicieran a propósito, que estuvieran hablando mal de vos a tus espaldas, o que quisieran dejarte de lado en la conversación.
–¿Te molesta si le pongo Fast Forward a tu sueño? –interrumpió Alejandro encontrando a Gonzalo atrapado en su relato– Dejame adivinar, ¿esto termina tratándose de una minita, eh?
Por la cara que puso, pareció como que a Gonzalo se le hubiera cruzado por la cabeza que quizás su sueño no era algo original.
–Bueno, siempre se trata de una mina –dijo–, pero tenés que prestarme atención. En mi sueño pasan cosas raras.
–Estoy seguro que sí –dijo el Negro con desdén al tiempo que prendía la TV–. ¿No te jode que mire la tele mientras vos seguís, no? Y por favor, pasá a la parte de la mina.
El reloj marcaba las 12 en punto. Alejandro miraba absorto al televisor, viendo las imágenes sin prestar atención, pero poniendo menos aún en la historia que Gonzalo le contaba. Éste por su parte, iba a cumplir con lo que su amigo había sugerido, y le iba a contar la parte interesante, la parte de la mina… o de las minas, pero había una muy en particular, y como todos se irán dando cuenta, esa chica en cuestión, esa deidad que lo visitaba en su sueño, era el motivo mismo por el cual no podía dormir, por el cual le estaba contando esa historia a Ale, y por la cual existe esta misma historia.

viernes, 16 de enero de 2009

Rastas

La onda rasta es algo que creemos se está extendiendo y ganando en popularidad, no sólo en Argentina sino en todo el mundo. Pero quizás no sea del todo así. Cuando uno piensa en rasta, se le viene a la cabeza Bob Marley, el reggae, el porro y las trencitas raras; y entonces se cree que si a uno le gusta algo de esto -sobre todo los dreadlocks-, ya es un rasta. Pero eso es sólo el comienzo, enterate...
Primero que nada, la palabra rasta, viene de rastafari. El Rastafari es un movimiento social, político, cultural, religioso, que considera al emperador de Etiopía Haile Selassie I como la encarnación de Jah, que es el término abreviado de la palabra hebrea para referirse a Yahweh, Jehová, Dios. Además, considera a Marcus Garvey como Profeta Divino y a Emmanuel Charles Edwards como Sumo Sacerdote, lo que conformaría una Santa Trinidad entre los tres. El nombre anterior del emperador era Ras (que significa príncipe) Tafari Makonnen, de ahí lo de Rastafari.
Marcus Garvey, industrial jamaicano, anunció en 1922: "Mirad a África, un rey negro será coronado, porque la liberación está cerca". La salvación sólo se completa con la vuelta a la patria africana, a Etiopía. En 1930, Haile Selassie I llega al poder en ese país y se cumple la profecía. Los fundamentos acerca de la divinidad del emperador etíope fueron extraídos de aquellas partes bíblicas que se referían a la gloria del reino antiguo de Etiopía y sus descendientes, de los cuales se decía que Selassie era el último digno descendiente del Rey Salomón y Makeda, la Reina de Saba.
En 1935 la Italia de Mussolini invade Etiopía y Selassie se exilia en Gran Bretaña, desde donde sigue bregando activamente por los derechos de los negros. Su visita a Etiopía el 21 de abril de 1966 fijó esta fecha como el Groundation Day, algo así como el Día de la Fundamentación. Fue durante esta visita cuando Selassie dijo a los líderes de la comunidad rastafari que no debían emigrar a Etiopía hasta que hubieran liberado al pueblo de Jamaica. Liberación antes de la repatriación.

Creencias

Para el Movimiento Rastafari, Etiopía es Zion (Sion, la Tierra Prometida). Proclaman la Supremacía Negra. Mientras algunos creen en el mensaje de Paz y Amor, otros difieren y toman cartas activas en el asunto, como los guerreros Nyahbinghi, que defienden los principios contra los opresores. Además comparten prejuicios contra la mujer y la homosexualidad, ya que es antinatural. Tampoco creen en el aborto, lo que consideran un asesinato. Pese a esto, la gran mayoría del movimiento predica el amor al prójimo y a la vida. Creen que el Ganja (Cannabis) es una hierba sagrada que ayuda a entrar en contacto directo con Jah. Babylon (Babilonia) es la encarnación del Mal, la policía, el sistema, el poder.

Símbolos

La bandera con el rojo, amarillo y verde. El rojo es por la sangre de los mártires, el amarillo la riqueza y prosperidad de África, y el verde la tierra y vegetación de Zion. El rojo siempre va arriba, ya que si está abajo del verde (sangre debajo de tierra), significa "muerte". El León de Judá representa a África, a Haile Selassie o a Jah mismo. Los Dreadlocks, que no son obligatorios pese a ser uno de los símbolos más representativos del movimiento.

Música

El Reggae es posiblemente la forma musical más difundida del siglo XX junto al rock, siendo Bob Marley la figura más influyente de este género. Reggae es una derivación del término Raggamuffin, que significa Harapiento. El Dub es un reggae primitivo en el que se elimina la voz y se distorsionan las frecuencias graves. El Ska, resultado de la mezcla del Mento (música indígena de Jamaica) y géneros estadounidenses como el Jazz o el Rhythm & Blues. Considerada la primera música popular jamaicana. Desde los años setenta, el Roots es la música del gueto, la que lleva el mensaje combativo auténtico de la calle y que sigue los preceptos rastafaris.

Fuente: http://www.wikipedia.org/, http://www.mundorasta.com.ar/

lunes, 12 de enero de 2009

Catalunya Somnolienta - Capítulo I

–¡Me salió el viaje mamá, el viaje que deseé toda mi vida, el que no pude cumplir el año pasado! –le grité a mi vieja mientras colgaba el teléfono.
Me habían llamado de la empresa española, que contrata guardavidas argentinos y los lleva a trabajar a España, a Catalunya para ser más precisos. Yo no tengo ni idea de adónde voy a ir a laburar, pero se que esa es la única oportunidad que tenemos en estos pagos para ir a visitar el viejo continente: ir a romperse el lomo como nunca y tratar de aprovechar el tiempo ahí para darle un giro a tu vida, sobre todo si sos, como yo, un barco a la deriva, sin siquiera un timón para darle rumbo. Darle el giro a tu vida no significa quizás un cambio importante en lo tangible, pero es saber que vas a vivir una experiencia inigualable, según te cuenta todo el mundo, es ver edificios tan antiguos que te cuesta imaginarlos rodeados de gente que los está construyendo, te cuesta situarlos en un contexto real. Y es, por sobre todas las cosas, la oportunidad de conocer un mundo de gente totalmente distinta a lo que estás acostumbrado. Ni mejor, ni peor, pero totalmente diferente en sus maneras. Otras ideas.
Cuando mamá me escuchó, casi se me pone a llorar. Es que mi vieja sabe todas las desilusiones que pasé por la frustración del año pasado. El año pasado me recibí de Guardavidas en una escuela que tiene un convenio con esta empresa española, para que todo aquel que termina el curso se vaya a trabajar a España. Fue la razón por la que hice el curso en esa escuela. Y lo terminé primero que todos, fui el primero en recibirme. Por papeleos típicos de una burocracia que ningún humano termina de comprender, se expidieron los visados a todos los guardavidas menos a mí. No me preguntes porqué, porque tampoco voy a poder contestarte. Y sabés que mi argumento más valedero es que yo tengo una mala suerte que me alcanzaría para dos vidas. Bueno, todo esto lo vivió ella a mi lado el año pasado, todos estos desalientos, estas frustraciones. Y además claro, ella es mi vieja, me conoce, y sabe también que soy un barco sin timón.
Sin tiempo para más, luego de haber ido al consulado español en Rosario para hacer sellar mi pasaporte, armo las valijas y parto rumbo a Buenos Aires para tomar el avión con destino a mi ilusión. Bueno el ticket dice que voy a Barcelona con escala en Madrid, pero yo sé que esos son sólo nombres que la gente ha decidido ponerle a esas ciudades para referirse todos de la misma manera y sin confusiones. Pero todos sabemos que para un tipo que se levanta todos los días a las 6 de la matina para ir a laburar en la construcción, Barcelona puede ser un calvario, para un político corrupto que quiere hacer una obra pública para quedarse con algunos fondos, Barcelona será una oportunidad, y entonces para mí, como ya dije, Barcelona es mi ilusión.
La llegada a Ezeiza –donde está el aeropuerto de Buenos Aires– se me pasa volando (cuatro horas de viaje en una combi de Vantravel), y estoy hecho un manojo de nervios, desde el momento en que ya me cayó la ficha, de que caí en la cuenta de que finalmente me voy a Europa. Se anuncia el vuelo 6844 de Iberia con destino a Barcelona y lo abordo. Ya es todo nuevo para mí, nunca viajé en avión, sigo nervioso. No siento miedo por subirme a la nave, sino incertidumbre por todo lo nuevo que sé que vendrá. Se encienden los motores, el sonido es espectacular, mi asiento vibra. ¡Estoy dentro de una cosa que se va a alejar de la Tierra! El despegue es alucinante, una sensación de vacío en el estómago, y un momento en el que pensás, “¿Será suficiente la potencia de esas turbinas para levantar esta mole?”. Pero supongo que sí y olvido esa idea para volver a pensar en mi próxima llegada a Europa. No consigo visualizar en mi cabeza más que las cosas típicas. Es decir, si voy a Barcelona me imagino en la Sagrada Familia, y si voy a Madrid, viendo la fuente de Cibeles. Pero no veo nada más, y no veo lo más importante, porque tenés que ver lo que es este sueño.
–Bueno pero pará… –me interrumpe Ale– Está bien, te entiendo; el viaje que soñaste, yo ya sabía que lo ansiabas con toda tu alma, sobre todo cuando yo lo hice hace un par de años. Desde ahí se te metió en la cabeza que vos también podías, y bueno, ya está, pero ¿qué pasa con el bendito viaje? Vamos a hacer una cosa: ya son las tres de la matina, así que vos te me quedás a dormir acá en el sofá y mañana seguimos, así estamos todos más despiertos.
Gonzalo asintió al ver que la torta que se había comido su amigo no había surtido el efecto despertador que aquél buscó, como tampoco el flancito que se clavó acto seguido. Se arrellanó en el cómodo sofá y, tras cobijarse con la mantita que le trajo el Negro de su pieza, cayó profundamente dormido.

jueves, 8 de enero de 2009

¡Tranquilos che!




Sí, ya podemos estar tranquilos. Como a vos, también a mi me preocupa el despiadado ataque de Israel a todo lo que se mueva -perdón, al grupo terrorista palestino Hamas- dentro de la Franja de Gaza. Pero no te hagas grandes problemas por esto.



Paso a contarte, en octubre de 1945 se fundó en San Francisco la Organización de las Naciones Unidas. Resulta que esta organización se puso como objetivo, en su mismísimo Preámbulo, preservar a la humanidad de la guerra. En el Capítulo I se establece que el propósito de la ONU será mantener la paz y la seguridad internacional. Es decir que apenas terminen de caer las últimas esquirlas de algún bombardeo, ahí estarán los Cascos Azules de la ONU para preservar a la poca humanidad que quede. ¡Qué suerte tienen algunos!



Además, este grupete se fijó en la Declaración del Milenio, de septiembre de 2000, entre otros, los siguientes objetivos: erradicar la pobreza y el hambre (así que dejen de pedir tanto, muchachitos de África, Latinoamérica y otros lares, que ya llega el morfi y trabajo digno para todos), reducir la mortalidad infantil (la verdad que jode ver tantos nangas por el mundo llorando por todo "¡No tengo comida, no tengo techo, estoy desnutrido, me muero!" ¡Basta de llanto!) y garantizar la sostenibilidad del medio ambiente (en esto también tenemos que colaborar nosotros ahorrando con los recursos de los que disponemos cotidianamente, por ejemplo, poné el aire acondicionado a 24ºC).



En fin, que sólo quería decirles eso, que hay que estar tranquilos que la ayuda ya llega y se viene el mundo mejor con el que soñamos. Supongo que esta organización tendrá ya todos sus cañones apuntando a los principales responsables de todo este desorden, que son casualmente sus principales contribuyentes (o sea, esperá sentado). Por suerte no todos creyeron ese cuentito y entonces algunos héroes toman el toro por las astas: Estados Unidos ya combate desde hace años por lograr todo el petróleo del mundo ¡eeh, digo, la paz mundial! que en este momento está en manos del "Eje del Mal". Digo ¿para combatir al Eje del Mal no estaban ya Superman y Batman?



miércoles, 7 de enero de 2009

Lo dijo San Martín...


"Convencido sin duda el gobierno español de que la ignorancia es la columna más firme del despotismo, puso las más firmes trabas a la ilustración del americano, manteniendo su pensamiento encadenado para impedir que adquiriese el conocimiento de su dignidad." (Fuente: Los Mitos de la Historia Argentina 2 - Felipe Pigna)

O sea que desde la época de San Martín estamos advertidos de que los políticos nunca se interesarán por educar al pueblo. A ellos les sirve más regalar bicicletas, pelotas de fútbol y muñecas (en otro tiempo) o entregar planes Trabajar o aguinaldo extra o cualquier cosa regalada a cambio de un voto (en la actualidad), en vez de cultivar tu intelecto y que decidas por vos mismo que es lo mejor para tu país (ADVERTENCIA: estando educado también falla, pero tenés más armas para luchar). No dejes que tu urgencia te gane, lo primero es la educación.

Por eso te digo mi querido pebete, ponete a leer ya, y si te parece que es aburrido, es porque estás leyendo algo que no te atrae. Entrá a una librería y mirá las tapas de los libros aunque sea, ya encontrarás el que seduzca tu mente y cuando pase, no vas a querer volver al mundo de la ignorancia.

lunes, 5 de enero de 2009

Catalunya Somnolienta - Introducción

Eran las dos menos cinco de la mañana en la ciudad de Rosario. Noviembre había comenzado hacía rato, y los calorcitos de la primavera estaban dejando su lugar a los duros estíos que castigan esta ciudad. Sí, esta ciudad se las ingenia para tener calor a la mañana, la tarde y la noche, debido a su horrorosa humedad. No había un alma en la calle, sólo Gonzalo Rodríguez despertaba algún linyera con el sonido de sus pasos. Gonzalo se dirigía a lo del Negro, su amigo de toda la vida, para charlar acerca de todo y de nada; como venían haciendo desde que hay registro de ellos, convencidos de que cambiarían el mundo con cada una de sus conversaciones. Sus diálogos abarcaban los más diversos temas; iban desde el fútbol hasta la meta final de la humanidad, terminando casi siempre hablando de mujeres, que es el tema favorito de todo hombre.
Gonzalo tiene veintiocho años, es un tipo de mediana estatura, con abundante pelo oscuro y crespo –que toma la forma de un desprolijo nido de caranchos–, y unas cuantas canas que contrastan con su rostro juvenil. Es de contextura mediana, no llama la atención ni se esfuerza por hacerlo. Tiene dos títulos en su haber: Periodista Deportivo, producto de su fanatismo por el fútbol y el deporte en general, llevado al extremo de la irracionalidad cuando se trata de hablar de Newell’s Old Boys. Newell’s, de colores rojo y negro por mitades, es el equipo más popular de Rosario, un club que ha contado con jugadores como Batistuta, Balbo, Pochettino, Sensini, Maxi Rodríguez, Leo Messi, por nombrar sólo unos pocos, y donde también ha despuntado el vicio alguna vez el más grande jugador de todos los tiempos: Diego Armando Maradona. La Lepra, Ñubel, el Glorioso Ñulsolboys, cada vez que Gonzalo dice alguna de estas frases, sus ojos se iluminan, y eso fue entonces lo que lo inclinó por el periodismo. Su otro título es de Guardavidas. Hizo el curso a la par con el de periodista en 2004, se recibió sin contratiempos y espera alguna ocasión para demostrarse a sí mismo si es capaz de ejercer esta profesión o no.
Gonzalo llegó a la casa de su amigo, a lo del Negro. Alejandro Abdula –el Negro– tenía la misma edad que Gonzalo, era algo más petiso aunque más robusto. Su piel morena reflejaba que lo de Abdula no era sólo el apellido: el tipo era un árabe en todos sus rasgos. Le quedó Negro, pero le podría haber quedado Turco (como le dicen en Argentina a todos los árabes) o Gordo. Bueno, también le decían Gordo, pero este apodo lo compartía con Gonzalo. El resto de la banda de amigos siempre se refería indistintamente a Ale o Gonzalo con el mote de Gordo, pese a que ninguno de los dos era exageradamente gordo. También compartía la profesión de Gonzalo, era guardavidas, pero ya había ejercido, y hasta había viajado un par de veces a España donde, dicen, el guardavidas argentino es muy valorado, tanto por sus aptitudes, como por ser mano de obra barata.
Gonzalo se quedó como cinco minutos frente a la puerta. Su rostro era como de abatimiento. Nunca fue un entusiasta de la vida, siempre fue de esos que ven el vaso medio vacío (
“Totalmente vacío.” –decía él– “¡Ese vaso no tiene ni una puta gota de agua! Es más, creo que está rajado.”
). No obstante eso, ese 10 de noviembre de 2006 lo encontraba diferente. Estaba destruido mentalmente, y eso que pese a todo lo que dijimos de su pesimista personalidad, también era un tipo obstinado y temperamental, de esos que agachan la cabeza y le dan para adelante. Pero estaba derrumbado; parecía no haber pegado un ojo por una semana. Finalmente se decidió y tocó timbre. El Gordo, el Negro, el Turco, o Ale, su mejor amigo, le abrió la puerta de su casa. Su único atuendo era una remera blanca demasiado gastada como para ver su diseño y unos calzoncillos boxers verdes, con algún dibujo indescifrable.
–¿Qué te pasa Gordo? –preguntó Ale con cara de pocos amigos.
–Me tenés que ayudar Negro, hace un mes que no puedo dormir.
–¿Bueno pero qué te pasa? –insistió Alejandro.
–Hace un mes que vengo teniendo el mismo sueño…
–¿Qué sueño? ¡Entonces sí podés dormir boludo! –bromeó Ale para cortar la tensión al ver el rostro de su amigo.
–Sí, bueno, vos me entendés lo que quiero decir, pero dejame que te cuente. ¿Puedo pasar? –preguntó Gonzalo cada vez más serio.
Ale se corrió de la puerta y dio paso a su amigo, que entró al departamento. El Negro vivía en ese piso con Verónica –su novia– hacía casi un año. “Estamos probando” –decía el Negro– “y si andamos bien, nos casamos”. El departamento era chico, no era fácil independizarse en un país con una política y una economía tan inestables como un bidón de nitroglicerina. No obstante, había espacio suficiente en el comedor para ubicar un buen sofá y su correspondiente TV, que servía en otras ocasiones para juntarse a ver algún partido. Esta madrugada el televisor permanecería apagado, y Gonzalo vio en el sofá la chance para relajarse, como si estuviera acostado en el diván de un psicólogo. Él odiaba los psicólogos, porque encontraba absurdo contarle a un completo desconocido todos sus problemas y temores. Decía que ese trabajo era absoluta responsabilidad de los amigos (Ad honorem, claro). “Los amigos estamos para prestar el hombro”
–decía. Bueno, hoy –y los días por venir– Ale iba a tener que prestarle el suyo.
El Negro se sentó en una silla del comedor frente al sofá, y mientras le entraba a un trozo de torta que encontró en la heladera, que le serviría para terminar de despabilarse –es un tipo de mucho comer–, le dijo:
“Bueno Gordo, te escucho, contame”.